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La ideologia anarquista surgió a partir del deseo natural y maduro del hombre por romper cadenas que otros hombres forjaron.







jueves, 16 de diciembre de 2010

La mirada opulenta- Román Gubern



La percepción de la profundidad y el relieve

Se denomina percepción batoscópica o percepción estereoscópica al reconocimiento visual de la profundidad del espacio, que constituye una información fundamental para el individuo. Los estudios neurológicos parecen indicar que el hemisferio derecho del cerebro está más especializado en el procesamiento de la información visual relativa a la profundidad de una escena y a las localizaciones en el espacio 39, mientras que en el izquierdo se alojan las sedes del habla, la escritura y la lectura. Desde Wheastone (1833) es bien sabido que esta percepción batoscópica es en gran medida una consecuencia de la disparidad de las dos imágenes retinianas, debido a la distancia que separa a ambas pupilas, que es de unos 60 milímetros. Y la magnitud de esta disparidad retiniana es inversamente proporcional a la distancia que separa el objeto contemplado de su observador.
El invento de la perspectiva por parte de los pintores renacentistas italianos –tema sobre el que volveremos en el próximo capítulo- demuestra que algunos índices ópticos de la profundidad eran bien conocidos y utilizados en esta época. El primero de ellos es la perspectiva lineal, nacida de la observación y en contradicción con los postulados geométricos admitidos en la época. En efecto, en la geometría de Euclides las paralelas son siempre equidistantes y por mucho que se prolonguen nunca se encuentran. Pero en la geometría no euclidiana, generada como abstracción de la experiencia del campo visual, aquel postulado se revelaba falso, pues vemos como las paralelas convergen en un punto de fuga situado en el horizonte y, por lo tanto, aparecen más próximas entre sí cuanto más se alejan de nosotros, proporcionando una medida eficaz de su distancia. En cuanto a la llamada perspectiva aérea, fue descubierta y así bautizada por Leonardo Da Vinci y se trata en realidad de un gradiente de tonalidad cromática en función de la distancia, mientras la perspectiva geométrica es un gradiente lineal y de tamaño.
Años más tarde, Berkeley (1709) postuló las claves primarias de la profundidad, que eran en realidad de naturaleza fisiológica. Berkeley estableció que los datos sensoriales para el cálculo de distancias proceden de las sensaciones de los músculos oculares que acompañan a la convergencia mayor o menor de ambos ojos, según se fijen en puntos próximos o lejanos.
Tal convergencia ocular está en relación inversa con la distancia al objeto observado; es máxima para el objeto próximo y mínima para el lejano. El segundo factor citado por Berkeley era la sensación derivada de la acomodación del cristalino a la distancia, para ajustar el enfoque de la imagen sobre la retina. Pero hoy sabemos que la estimación de la distancia por efecto de la acomodación del cristalino es muy difícil para los objetos cercanos e imposible para los lejanos, ya que a partir de una distancia de 6 metros la acomodación es prácticamente invariable.
Después de señaladas estas matizaciones, concluyamos que tanto la acomodación delcristalino como la convergencia ocular son ajustes reflejos para optimizar la visión intencional.
Es decir, a partir de un impulso voluntario o intencional (el de mirar un objeto), se produce: 1) la convergencia ocular para encuadrarlo correctamente en la fovea centralis de la retina, y 2) la acomodación del cristalino para convertir la borrosidad del desenfoque en nitidez del enfoque.
Estos movimientos fisiológicos se denominan claves o señales oculomotoras.
Dicho esto, estamos en condiciones de inventariar el conjunto de índices que nos permiten percibir mediante la vista la profundidad y el relieve. Son índices primarios la disparidad retiniana y la convergencia ocular -ambos fenómenos binoculares-, y en escasa medida la acomodación del cristalino a la distancia. Y entre los índices secundarios, todos ellos producto del aprendizaje visual y de naturaleza monocular, citemos:
1. Si un objeto parece cubrir u ocultar total o parcialmente a otro, está más cerca del observador.
2. Si parecen converger bordes que se saben paralelos, es que retroceden (fundamento de la perspectiva lineal o geométrica).
3. Si objetos de tamaño similar parecen más pequeños es que están más alejados, siendo su distancia proporcional a la reducción de su tamaño.
4. Si una cosa parece estar encima de otra, puede indicar que está en el mismo plano, pero a mayor distancia.
5. Si un objeto parece azulado y borroso puede ser debido a su gran lejanía (fundamento de la perspectiva aérea).
6. Si los contrastes entre las partes claras y las sombreadas de un objeto aparecen atenuadas, es porque el objeto está alejado.
7. Si un objeto es en parte claro y en parte sombreado bajo una luz homogénea, su superficie no puede ser plana.
8. Si un objeto aparece sombreado, puede indicar que se halla detrás de otro que se interpone entre él y la fuente de luz.
9. Si un objeto parece desplazarse más extensamente que otro cuando el observador mueve la cabeza lateralmente, el primero está más cerca que el segundo (fenómeno de paralaje de movimiento).


La suma coordinada de todas estas informaciones visuales -añadida a los factores extraópticos acústicos, táctiles y cinestéticos- suministra al observador una percepción segura del mundo tridimensional, un mundo físico que, en términos generales, se torna visualmente más denso, con detalles más diminutos y menos nítidos (y por lo tanto de peor legibilidad) cuanto más se aleja del observador, si bien con tal alejamiento se amplía también la extensión del paisaje visual y crece correlativamente el mosaico de estímulos y de información.


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